Anacronica

Venís a mi sin ser llamadas. Siempre sonriendo. Siempre cantando. Os oigo desde lejos. Me hacéis llorar. Se que cada palabra vuestra es alimento para mi ser. Se que cada melodía es oxígenos para mi ser. Pero me falta el apetito.... y respiro a descompás.

Venid, dadme la mano. No puedo evitar quereros. Inspiración se llaman vuestros afilados cuchillos y me susurráis al oído dulcemente mientras me herís. Vuestro tacto es reconfortante pero heláis mi cuerpo con cada caricia.

No me dejáis dormir. Ni el rey de los sueños os espanta de mi lado. Sois fieles carroñeras. No aflojáis el abrazo que me ahoga. Mi mente se hunde en un torbellino cuando me cantáis antes de dormir. Mis sueños se deshacen como nubes cuando sopláis sus frágiles formas. No me dejáis vivir en sueños.

Me invadís antes de despertar y ya estáis ahí antes de abrir los ojos. Buenos días. Nunca os vais.

Y ahora no puedo sacaros de mi cabeza. No consigo respirar en vuestros abrazos. Cantáis demasiado alto y todo el rato. Y no puedo sacaros de ahí.

Por favor, iros. Iros un tiempo, musas mías. Necesito cavar un desagüe porque hace tiempo que me perdí en vuestro mar y no se donde estoy. ¿Hacia donde nadas si no ves tierra? Por favor, dejadme dormir, dejadme soñar, dejadme vivir.

Solo un poco.

Un poco de silencio en mi.